Los pacientes demandan servicios digitales innovadores y adaptados a cada necesidad.
La pandemia de Covid-19 ha acelerado el proceso de modernización y transformación digital del sistema sanitario español. Ante el aumento de la demanda y la necesidad de minimizar los riesgos, servicios como las videoconsultas y la atención a través de plataformas digitales se han convertido en un recurso obligado para millones de pacientes en España.
Los aprendizajes derivados de esta experiencia durante los últimos 12 meses prefiguran el futuro inmediato del sector, que debe situar al paciente -también al digital- en el centro y aprovechar la gran cantidad de información que genera para brindarle una atención continua, segura y cada vez más personalizada.
Esta fue una de las principales conclusiones del Observatorio Reimagina España: La digitalización de la Sanidad, organizado por elEconomista en colaboración con Microsoft.
Como señala Bernardo Vila, director de Consultoría de Tich -la división tecnológica del Grupo Asisa-, con anterioridad a la pandemia el español era un «sistema de salud robusto, de los más prestigiosos y de los más eficientes». Sin embargo, el coronavirus ha «ha destrozado estas líneas de flotación y nos ha hecho ver que hay margen de mejora en estas situaciones de estrés». La tecnología constituye una herramienta fundamental para atajar las «señales de alarma» que preceden a la situación actual, como «las listas de espera o la saturación de quirófanos».
Hoy, el nivel de digitalización de nuestro sistema sanitario «es bajo». De acuerdo con un estudio de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) y la Fundación Cotec publicado el pasado mes de junio, «la madurez digital general de los servicios de salud es baja, ya que solo alcanza alrededor del 31,7%», que analiza el desempeño de las 17 comunidades autónomas.
Por otro lado, en 2019 -último año para el que existen datos- el gasto en TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en el Sistema Nacional de Salud se redujo un 2,7% respecto del año anterior. Un retroceso de 21.000 millones de euros producido en un año en el que el gasto total sanitario se incrementó en más de un 3%.
En todo caso, el último año el progreso parece evidente, a la luz del incremento del uso de herramientas como las videoconsultas o los portales del paciente. Para Natalia Escobedo, directora de Gobierno y Sanidad para Microsoft en España, «la aceleración de la digitalización se está convirtiendo en una prioridad», dado que el paciente «espera recibir una atención similar a la que obtiene en otros servicios». A fin de cumplir con estas nuevas exigencias, Microsoft trabaja en tres grandes ejes: «La mejora de la experiencia del paciente», con herramientas como la videoconsulta y la medicina virtual; las herramientas que faciliten la «colaboración y comunicación de los equipos médicos en tiempo real y un entorno seguro». Y, por último, soluciones como Microsoft Cloud for Healthcare que fomenten la interoperabilidad, es decir, la mejora del conocimiento clínico a través de la explotación de los datos con la seguridad y la confidencialidad como primera premisa.
Para María Luz de los Mártires Almingol, directora general de Sistemas de Información y Equipamientos Sanitarios de la Comunidad de Madrid, la transformación digital de la sanidad es un requisito para dar respuesta a «un paciente digital que tiene una nueva forma de consumir servicios y quiere accesibilidad, respuesta inmediata y medicina personalizada, predictiva y de precisión».
La clave está en «incorporar a la sanidad lo que ya se ha hecho en otros campos» y en poner la tecnología «al servicio del profesional y el ciudadano». En Madrid, destacan avances como el proyecto de big data Genesis -el sistema de información sanitaria del Servicio Madrileño de Salud- la implantación del Carnet de Vacunación COVID-19 en la tarjeta sanitaria virtual o el Registro Unificado de Vacunas. El fin último es construir «un repositorio único» con toda la información del paciente, «sin importar desde dónde se acceda».
En esta línea, Eladio Linares, director de Sistemas de Información de Sescam (el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha), se refirió al proyecto de diseño de una nueva historia clínica que su comunidad tiene en marcha junto con el Gobierno de Canarias. Para Linares, la pandemia «ha cambiado el escenario» en el que trabajan los profesionales del sector salud y «puesto a prueba las infraestructuras, comunicaciones, sistemas». Una de las claves para afrontar este cambio está en «explotar los datos que tenemos para mejorar la toma de decisiones».
El objetivo es lograr para el ámbito sanitario un modelo similar al plan general contable del mundo empresarial «que permita a cualquier profesional saber cómo está el paciente sin importar dónde se genere el dato». Se trataría de crear una suerte de «marketplace con una base común», abierto a los programadores, de forma que éstos puedan desarrollar apps que se integren en ella con facilidad, dando prioridad a «la funcionalidad y no a la semántica del dato».
Estas innovaciones responderían al que para Ángel Blanco, director de Organización, Procesos y TIC de Quirónsalud, es el gran cambio acontecido en el sector durante el último año: el protagonismo del paciente. «La novedad es el cambio social, la forma de comportarnos en la sociedad, que hace que los procesos a los que queremos estar sometidos como usuarios cambien».
Para Blanco, el usuario de los sistemas de salud «es el mismo que el que compra una entrada de cine o reserva una noche de hotel», y demanda de ellos la misma «inmediatez y trato personalizado». En consecuencia, es necesario invertir no tanto en tecnologías (algunas, como la inteligencia artificial -IA- o el análisis de datos, ya existían) como en servicios.
Así pues, se trataría de pasar de una medicina de actos a otra de procesos, en la que no lo relevante no es conocer el resultado de una prueba concreta, sino todo el proceso de diagnóstico, tratamiento, etc. Conceptos como urgencia adquieren en este contexto nuevas implicaciones -«Si un paciente tiene dudas sobre un medicamento a las 2 de la mañana, es urgente»-, que obligan a dar el salto a una atención médica continua: «Tenemos que acostumbrarnos a hacer cosas con el paciente antes de que llegue a la consulta» y prolongar la atención una vez que se ha marchado.
Seguridad de los datos
Natalia Escobedo señala que la aplicación de machine learning (aprendizaje automático, una forma de IA) ha permitido «predecir qué pacientes con Covid-19 necesitarían ingreso en la UCI». El manejo de estos datos sensibles exige poner el acento en la confidencialidad y la seguridad -también frente a ciberataques-.
Para Bernardo Vila, esta es una cuestión «de primer orden»: «Tanto en bases de datos poblacionales como en el caso de datos más locales, es imprescindible definir bien los perfiles y el control de trazas».
Eladio Linares señala que en el Sescam se está «trabajando en un protocolo de anonimización, porque tenemos una parte de investigación y necesitamos poder segmentar por sexo, edad, diagnóstico… Cuando los investigadores forman parte de su organización es sencillo; otra cuestión son las peticiones que recibimos para compartir datos de dispositivos como bombas de insulina o marcapasos… Esto llevará a mejores decisiones, pero hay que hacerlo con muchísimo cuidado».
Ángel Blanco, por su parte, apunta que «la seguridad en el mundo sanitario debe estar presente en todos los pasos que demos» y recuerda que «antes no existía esa conciencia de que no se pueden mirar los datos de pacientes ni compartirlos alegremente». Por ello, Blanco aboga por ir más allá de la anonimidad e impulsar decididamente la ciberseguridad.
El papel de Europa
En el desarrollo de la transformación digital del sector los fondos europeos pueden tener un papel notable. Como señala Eladio Linares, la dotación no se limita a los fondos englobados en el programa Next Generation EU: «Lo que sí tenemos ya son los fondos REACT-EU, 55.000 millones hasta 2023, de los que 2.400 millones» corresponden a España. En los presupuestos generales del Estado, hay «350 millones que se van a ejecutar este año».
María Luz de los Mártires Almingol declaró que estos fondos «son bienvenidos», pero que ante la duda sobre «cuándo vendrán», la Comunidad de Madrid se ha propuesto adelantar todas aquellas iniciativas que sean ya factibles.
También algo escéptico, Bernardo Vila señaló que «de momento, son más palabras que hecho». Estas ayudas, sostiene Vila, deberían llegar también al sistema privado, de manera que 2021 sea «el punto de partida para alcanzar la digitalización global con historias clínicas interoperables», que permitan usar técnicas de business intelligence e IA.
Para Ángel Blanco, «estimular que la economía sanitaria se desarrolle siempre es bueno», y señala dos áreas de mejora para el futuro: la «gran asignatura pendiente» de la historia nacional de salud del ciudadano que recoja toda la información clínica relevante de cada paciente: «Con el Covid nos ha perjudicado no tenerla. Sería lógico que aprovecháramos» los fondos para implementarla. Y, en segundo lugar, el desarrollo de la secuenciación genómica de la población, que «aquí lo estamos haciendo muy a escala pyme».
Almingol coincide en la necesidad de un «centro de análisis genómico» y añade «temas un poco olvidados», como el estudio de enfermedades menos frecuentes, de las cepas del Covid-19 y el impulso del big data.
Para Natalia Escobedo, el futuro de la sanidad pasa por la formación, para que el médico se adapte al nuevo paciente digital y, en el caso de Microsoft, «por aplicar todo lo que hemos aprendido para reimaginar la sanidad, poniendo la digitalización al servicio de todos». «Queremos convertirnos en socios para ayudar a las organizaciones a identificar los retos y alcanzar los objetivos».
Ángel Blanco añade que las tecnologías sanitarias «generan más demanda que la que podemos dar». La clave es democratizar su uso y generalizar las mejores prácticas.
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